La Guardia Civil peina la localidad para atajar la venta de tabaco ilegal, realizando inspecciones en una treintena de establecimientos y denunciando a seis · En los estancos las pérdidas sobrepasan el 50%
Rosa Romero / Barbate | Actualizado 05.11.2010 - 10:40 "Cuidado que estamos aquí". El capitán de la IV Compañía de Vejer de la Guardia Civil, Ignacio Espinosa, lo deja claro desde primeras horas de la mañana. Ese es el mensaje que ayer querían transmitir en Barbate, una de las localidades que registra una mayor circulación de tabaco de contrabando.
Paquetes y paquetes que pasan de mano en mano. Con leyendas en inglés, Smoking kills, Your doctor or your pharmacist can help you stop smoking, un idioma que a buen seguro no entienden los contrabandistas de nuevo cuño, pero que no necesitan para el trapicheo.
Con la socorrida excusa de estos tiempos de sortear la crisis, se han reciclado en matuteros de antaño para cajetilla a cajetilla, que se traen desde Gibraltar, sacarse un sobresueldo nada desdeñable. Más de un euro de beneficio limpio por paquete. Por supuesto, negro, como el futuro de los estanqueros, que ven sus establecimientos vacíos mientras al lado, en su misma cara, los fumadores compran. Paquetes con leyendas en inglés, paquetes sin control sanitario.
Diario de Cádiz acompañó ayer a la treintena de agentes participantes en un operativo especial desplegado en el corazón de la Janda por la Compañía de Vjer, y organizado por la Patrulla Fiscal territorial (Pafite) de Barbate.
Conscientes de que en Barbate el 'agua' lo dan como nadie, que la voz de agentes a la vista corre como la pólvora, el punto de encuentro se ha fijado en las afueras, en el polígono industrial El Olivar. Allí, a las nueve y media de la mañana comienzan a llegar las patrullas.
El capitán Espinosa les informa: van a realizar una inspección masiva en los establecimientos que las investigaciones previas han determinado que se vende tabaco al margen de la Ley. En grupos de dos, les reparten los objetivos. Cada grupo tiene al cargo inspeccionar dos o tres puntos, extraídos de un mapa lleno de bolitos rojos, los que marcan la localización de los locales abiertos al público que, sin licencia, venden tabaco. Tabaco que no tributa y que mata segurísimo más que el otro. Porque no tiene control, porque en el mejor de los casos son excedentes de las propias tabaqueras a un repique de la caducidad, que han 'largado' hacia Gibraltar, o en el peor, tabaco fabricado por los chinos echándole hasta mierda de conejo.
El cabo primero jefe de la Pafite de Barbate, Rafael Martínez, les alecciona contra los trucos más habituales que emplean para esconder la mercancía ilegal . Las cajetillas pueden estar en cualquier bolsa de gusanitos. En bolsas de basura. Y sobre todo que no olviden registrar los electrodomésticos. Esa tele vieja de tubo que puede estar llena de cartones. Una nevera apagada. Y mucho ojo, dice con gracia, "que ya se han espabilado y hay mucho doble fondo". En un kiosco, bajo un suelo engomado como el de los barcos, puede haber una trampilla. Y otra en el techo.
"¿Y si se niegan a la inspección?", pregunta uno de los agentes. "Le cae menos por matarte a ti que por negarse a la inspección", replica rápido como el rayo el cabo.
Los agentes montan en los vehículos y enfilan hacia Barbate. Cada uno a su destino. Hacia la calle Agustín Varo, con el jefe de la Pafite, este diario. Sólo hubo suerte en el primer objetivo. Una tiendecita en la que la dependienta reconoce sin ningún azoramiento que sí, que la docena larga de cartones que tiene en una bolsa del Carrefour son de contrabando. "Le vamos a denunciar por infracción a la Ley de contrabando", le notifica Martínez y su compañero, Miguel Moreno. Ella, como si tal cosa, despacha a una cliente, que se quedasorprendida al ver a los agentes al entrar, una viena de pan, mientras advierte a este periódico que de echar fotos dentro, nada.,
El segundo objetivo se escapa. En el Hogar de los Pensionistas, enfrente, el responsable del bar recibe a los agentes con una amplia sonrisa. "Aquí no se puede vender ni me deja el Ayuntamiento", deja pasar solícito a la cocina. Allí, registran en vano mientras una mujer prepara las tostadas del desayuno.
Barbate, no hay duda, está acostumbrada a eso. "Nos han visto ya y lo han escamoteado para arriba", sentencia el cabo. Enfrente, el estanquero Antonio agradece la actuación de los agentes y les informa que desde un domicilio cercano venden a todos los vecinos. Y busca una carpeta con sus facturas, las que demuestran que sus pérdidas sobrepasan ya el 50%.
Ayer, ya lo dijeron desde un principio, se trataba de dar un toque. De advertir que la Guardia Civil está en plena ofensiva contra el contrabando de tabaco. 30 establecimientos fueron inspeccionados. Se levantaron actas en seis casos. La mayoría, a tiendecitas y kioscos.
"Que necesita venderlo para mantener a su familia", es la alegación que un agente recogió de una de las denunciadas en su acta de infracción. Los sorprendidos se enfrentan a una multa mínima de 600 euros y a una orden de cierre de al menos cuatro días, plazo que se extiende considerablemente si las infracciones son continuadas. Como en uno de los casos, que se saldó con aprehensión. La mujer se echó a llorar, "Le cerraron el local todo agosto", desvela un agente.
Pero es que los beneficios son muchos. Con sólo dos paquetes, ganan lo que un estanco con un cartón. Y además, ni pagan licencia ni declaran. Sin duda, un floreciente negocio ilegal al que desde la Comandancia de Cádiz están intentando poner freno.
Paquetes y paquetes que pasan de mano en mano. Con leyendas en inglés, Smoking kills, Your doctor or your pharmacist can help you stop smoking, un idioma que a buen seguro no entienden los contrabandistas de nuevo cuño, pero que no necesitan para el trapicheo.
Con la socorrida excusa de estos tiempos de sortear la crisis, se han reciclado en matuteros de antaño para cajetilla a cajetilla, que se traen desde Gibraltar, sacarse un sobresueldo nada desdeñable. Más de un euro de beneficio limpio por paquete. Por supuesto, negro, como el futuro de los estanqueros, que ven sus establecimientos vacíos mientras al lado, en su misma cara, los fumadores compran. Paquetes con leyendas en inglés, paquetes sin control sanitario.
Diario de Cádiz acompañó ayer a la treintena de agentes participantes en un operativo especial desplegado en el corazón de la Janda por la Compañía de Vjer, y organizado por la Patrulla Fiscal territorial (Pafite) de Barbate.
Conscientes de que en Barbate el 'agua' lo dan como nadie, que la voz de agentes a la vista corre como la pólvora, el punto de encuentro se ha fijado en las afueras, en el polígono industrial El Olivar. Allí, a las nueve y media de la mañana comienzan a llegar las patrullas.
El capitán Espinosa les informa: van a realizar una inspección masiva en los establecimientos que las investigaciones previas han determinado que se vende tabaco al margen de la Ley. En grupos de dos, les reparten los objetivos. Cada grupo tiene al cargo inspeccionar dos o tres puntos, extraídos de un mapa lleno de bolitos rojos, los que marcan la localización de los locales abiertos al público que, sin licencia, venden tabaco. Tabaco que no tributa y que mata segurísimo más que el otro. Porque no tiene control, porque en el mejor de los casos son excedentes de las propias tabaqueras a un repique de la caducidad, que han 'largado' hacia Gibraltar, o en el peor, tabaco fabricado por los chinos echándole hasta mierda de conejo.
El cabo primero jefe de la Pafite de Barbate, Rafael Martínez, les alecciona contra los trucos más habituales que emplean para esconder la mercancía ilegal . Las cajetillas pueden estar en cualquier bolsa de gusanitos. En bolsas de basura. Y sobre todo que no olviden registrar los electrodomésticos. Esa tele vieja de tubo que puede estar llena de cartones. Una nevera apagada. Y mucho ojo, dice con gracia, "que ya se han espabilado y hay mucho doble fondo". En un kiosco, bajo un suelo engomado como el de los barcos, puede haber una trampilla. Y otra en el techo.
"¿Y si se niegan a la inspección?", pregunta uno de los agentes. "Le cae menos por matarte a ti que por negarse a la inspección", replica rápido como el rayo el cabo.
Los agentes montan en los vehículos y enfilan hacia Barbate. Cada uno a su destino. Hacia la calle Agustín Varo, con el jefe de la Pafite, este diario. Sólo hubo suerte en el primer objetivo. Una tiendecita en la que la dependienta reconoce sin ningún azoramiento que sí, que la docena larga de cartones que tiene en una bolsa del Carrefour son de contrabando. "Le vamos a denunciar por infracción a la Ley de contrabando", le notifica Martínez y su compañero, Miguel Moreno. Ella, como si tal cosa, despacha a una cliente, que se quedasorprendida al ver a los agentes al entrar, una viena de pan, mientras advierte a este periódico que de echar fotos dentro, nada.,
El segundo objetivo se escapa. En el Hogar de los Pensionistas, enfrente, el responsable del bar recibe a los agentes con una amplia sonrisa. "Aquí no se puede vender ni me deja el Ayuntamiento", deja pasar solícito a la cocina. Allí, registran en vano mientras una mujer prepara las tostadas del desayuno.
Barbate, no hay duda, está acostumbrada a eso. "Nos han visto ya y lo han escamoteado para arriba", sentencia el cabo. Enfrente, el estanquero Antonio agradece la actuación de los agentes y les informa que desde un domicilio cercano venden a todos los vecinos. Y busca una carpeta con sus facturas, las que demuestran que sus pérdidas sobrepasan ya el 50%.
Ayer, ya lo dijeron desde un principio, se trataba de dar un toque. De advertir que la Guardia Civil está en plena ofensiva contra el contrabando de tabaco. 30 establecimientos fueron inspeccionados. Se levantaron actas en seis casos. La mayoría, a tiendecitas y kioscos.
"Que necesita venderlo para mantener a su familia", es la alegación que un agente recogió de una de las denunciadas en su acta de infracción. Los sorprendidos se enfrentan a una multa mínima de 600 euros y a una orden de cierre de al menos cuatro días, plazo que se extiende considerablemente si las infracciones son continuadas. Como en uno de los casos, que se saldó con aprehensión. La mujer se echó a llorar, "Le cerraron el local todo agosto", desvela un agente.
Pero es que los beneficios son muchos. Con sólo dos paquetes, ganan lo que un estanco con un cartón. Y además, ni pagan licencia ni declaran. Sin duda, un floreciente negocio ilegal al que desde la Comandancia de Cádiz están intentando poner freno.
Fuente: Diario de Cádiz
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